Sigo con mi pasión por este distrito, siempre hay algo nuevo que ver ^^
En esta ocasión (la semana pasada en una de mis mañanas libres) nos dimos una vuelta por una zona diferente para ver el mercado de la calle Fa Yuen (Fa Yuen Street Market) y el mercado de los peces de colores de la calle Choi (Choi Street Goldfish Market).
Impresionantes ambos. Los mercados de Mong Kok (como ya he comentado en otras entradas) no dejan de sorprenderme por la variedad de productos que ofrecen, originales y con buenos precios al mismo tiempo. En este caso (así como en otros que ya he descrito) podemos encontrar desde tiendas de ropa y calzado a puestos de calcetines, gorros, frutos secos y accesorios. El encanto de estos sitios reside en la combinación, un ambiente tranquilo, gente amable, productos llamativos, buenos precios y un agradable paseo si no es tu intención ir a comprar nada. Ya con el simple hecho de ir a dar una vuelta hace que te lleves algo de vuelta a casa, no material sino una nueva experiencia, un nuevo recuerdo aderezado con el siempre enriquecedor contacto con la gente, en este caso con los vendedores que amablemente te atienden.
Tras ver un poco este mercado, nos dirigimos al mercado de los peces. Este mercado también me sorprendió bastante por la variedad de animales que ofrecía. Destacaba sobre todo la venta de peces, a ello se debe el nombre del mercado, que se encontraban en bolsas de plástico con algo de agua colgados en las puertas de las tiendas junto a otras decenas de bolsas con otros peces de distintos tipos y colores. La verdad es que he de decir que me espantó bastante la estampa. Animales que están siendo vendidos en condiciones poco menos que correctas, con tan poco espacio y colgando por horas de una puerta me parece un poco cruel, pero entiendo que si es algo común de este mercado y se viene haciendo desde hace tiempo soy yo la que debe ajustarse a contemplar ese panorama. Si lo de los peces me pareció cruel, no voy a mencionar cuando entramos en las tiendas de conejos, hamsters, perros y gatos. Había crías de cada una de las especies encerradas en jaulas individuales de cristal rogando cariño e intentando salir. Qué pena me dio. Puede que sea cosa mía pero se me rompe el corazón ver animales encerrados, más aún si son tan pequeños y sin saber cuando van a ser vendidos.
Aunque ambos mercados resultaron ser muy diferentes, el paseo fue muy especial y pudimos ver algo nuevo, inesperado para mi, que de nuevo agrega a mi lista de experiencias una anécdota más que contar sobre este distrito :)
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